Robótica y tecnologías de vanguardia
19 mayo, 2017 - Esteban Canle
El pasado 6 de abril se presentó en Madrid “El próximo paso: la vida exponencial”, un libro editado por la Comunidad OpenMind, una iniciativa del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA) con el “objetivo de generar y difundir el conocimiento para beneficio del conjunto de la sociedad”. El acto reunió a tres de los autores de sendos artículos de los 18 que componen la obra, científicos de referencia en materia de robótica, genética y medio ambiente. Jonathan Rossiter fue uno de ellos. Fundador y director de Soft Robotics Group en el Laboratorio de Robótica de la Universidad de Bristol, donde imparte clases de Robótica, participa en múltiples proyectos orientados al desarrollo de la robótica blanda a partir de materiales inteligentes, un área emergente dentro de este campo.
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La Revolución Robótica
La mayoría de los especialistas en investigación e implementación de sistemas tecnológicos coinciden en afirmar que la Revolución Robótica será el fenómeno de mayor relevancia del siglo XXI. El científico Jonathan Rossiter comparte esta opinión y así lo manifestó en el acto celebrado por OpenMind en la presentación del libro “El próximo paso: la vida exponencial”, en el que Rossiter firma un capítulo titulado “La robótica, los materiales inteligentes y su impacto futuro para la humanidad”. “Esta revolución convertirá el siglo XXI en un momento crucial en la historia. Tendrá un impacto irrevocable en nuestras vidas y en las vidas futuras”, dijo el profesor de Bristol.
Rebatir la noción catastrofista que en Occidente se tiene de la robótica es otro de los lugares comunes de los expertos en la materia. Al contrario de lo que ocurre en el Continente Asiático, en Europa y América la imagen construida en el imaginario colectivo de los robots es negativa y se proyecta en un futuro caracterizado por la hegemonía robótica y el fin del ser humano como lo conocemos. Para Rossiter esta diferencia de percepciones culturales de la robótica “procede del marco cultural de posguerra”, en el periodo de la Guerra Fría (1.945- 1.985). “La robótica occidental está fuertemente entretejida con la investigación militar, mientras que la robótica oriental se centra en la asistencia, el cuidado sanitario y la industria”, según el profesor.
“En lugar de ver los robots como grandes máquinas rígidas y robustas, podemos pensar en los robots del futuro como organismos artificiales robóticos que cuentan con propiedades que imitan y amplían en gran medida las capacidades de los organismos naturales”. Jonathan Rossiter.
“Ahora tenemos la oportunidad de romper con estas convenciones”, indicó el especialista en robótica refiriéndose al trabajo que en la actualidad se desarrolla en los laboratorios. El desarrollo tecnológico ha borrado los límites entre los denominados materiales inteligentes, la inteligencia artificial, la personificación y la biología en la robótica. La ausencia de fronteras entre mundos meramente humanos o robóticos dará lugar a una sociedad que integre a ambos, es decir, lo que Rossiter denomina la ubicuidad robótica.
Ubicuidad robótica: organismos artificiales
Con la naturaleza como ejemplo y punto de partida, las investigaciones en torno a materiales, inteligencia artificial y robótica han puesto el foco sobre la capacidad adaptativa que determinados organismos vivos han desarrollado durante su proceso evolutivo en el planeta Tierra. El objetivo de esta línea de estudio inspirada en los componentes y las estructuras biológicas naturales es la de emular sus múltiples posibilidades en el campo de la robótica y lograr, de este modo, la ubicuidad robótica. “Si la naturaleza puede usar los mismos componentes biológicos (ADN, aminoácidos, etcétera) para un abanico tan asombroso de organismos, nosotros también podemos emplear nuestros componentes robóticos para cubrir un espectro mucho mayor de entornos y aplicaciones que los actuales”, afirma al respecto Rossiter.
El enfoque de la ubicuidad robótica define a los robots como organismos artificiales. Lo que en principio parece una contradicción, puesto que los conceptos organismo y artificial se niegan mutuamente, plantea las líneas generales de la percepción futura de la robótica y representa la ruptura de la noción occidental negativa acerca de ella. Lo que Rossiter plantea con este término es “una equivalencia funcional entre el organismo robótico y el organismo natural” siendo el cerebro humano como “la computadora o sistema de control” en el robot, el cuerpo como “la estructura mecánica del robot” y el estómago como “la fuente de energía del robot, ya se trate de una batería, una placa solar o cualquier otra fuente de energía”.
“Para conseguir la ubicuidad robótica no solo debemos estudiar y reproducir los hitos de la naturaleza, también ir más allá con un desarrollo más veloz”. Jonathan Rossiter.
Tecnologías robóticas de vanguardia
El paradigma de la robótica está condicionado por los avances en la tecnología y en los materiales que dan forma a los robots. El potencial de los materiales inteligentes ha abierto la puerta al desarrollo de robots que se alejan de los rígidos esquemas conceptuales de los que antes se ha hablado en este artículo. Las pieles inteligentes, dispositivos médicos y de asistencia, robots blandos, biodegradables y ecológicos, son algunos ejemplos de la robótica más puntera del futuro basada en las tecnologías robóticas de vanguardia: sistemas blandos hidráulicos y neumáticos, materiales inteligentes como sensores y actuadores y materiales que cambian de rigidez.
El profesor Rossiter define material inteligente como “aquel que muestra un efecto observable en una de sus facetas cuando es estimulado desde otra”, es decir, cuando el material en cuestión sufre cambios visibles ante una acción externa e independiente a él. Un material de tipo termocromático es un ejemplo de inteligencia en un organismo artificial puesto que cuando aumenta de temperatura varía de color. En función de la capacidad de respuesta, de la agilidad y de la complejidad con la que un material interactúe frente a los estímulos es posible hablar de distintos niveles de coeficiente de inteligencia. “Si combinamos múltiples materiales inteligentes en un robot podemos incrementar en gran medida el coeficiente de inteligencia de su cuerpo”, según Rossiter. Cuanto más inteligente sea una entidad robótica mayor será el número aplicaciones posibles.
“¿Necesitamos un dispositivo robótico que se pueda implantar en una persona pero que se degrade hasta desaparecer cuando haya cumplido su función? Podemos emplear polímeros biodegradables, biocompatibles y de disolución selectiva.” Jonathan Rossiter.
El resultado del progreso y culminación de tecnologías robóticas tendrá consecuencias en los hábitos de vida de los seres humanos. El científico de la Universidad de Bristol se atreve a pronosticar algunos de los tipos de organismos artificiales que cohabitarán con las personas. Las pieles inteligentes que “será una segunda piel robótica blanda de tipo funcional”, los dispositivos de asistencia como “solución futura para las personas debilitadas”, los dispositivos médicos “implantables capaces de restaurar la funcionalidad de órganos y estructuras enfermos o dañados”, los robots biodegradables y ecológicos “totalmente respetuosos con el medio ambiente” y los robots blandos inteligentes que “convierten una energía en otra”, son los ejemplos citados por Rossiter en su capítulo “La robótica, los materiales inteligentes y su impacto futuro para la humanidad”.
Aunque durante su presentación Rossiter trazó las líneas generales del trabajo que en la actualidad se realiza en laboratorios como en el que él trabaja, reconoce que respecto a la Revolución Robótica “solo podemos aventurar su magnitud”. “En nuestro discurrir por el camino de la revolución robótica, cuando echemos la vista atrás recordaremos esta década como el escenario del verdadero despegue de la robótica, cuando se sentaron las bases de nuestro mundo futuro”, concluye.
Graduado en comunicación audiovisual y especialista en dirección de arte publicitaria, está especialmente centrado en la creación y redacción de todo tipo de contenidos sobre videojuegos, tecnología y sector audiovisual. Ha colaborado como redactor para diversos medios especializados en videojuegos como Revista Morcego, Monotema, Alfabetajuega y Guardadorapido. Además, también ha trabajado como redactor de noticias y creando contenido para redes sociales para la Universidad de Vigo. Actualmente trabaja en redacción publicitaria para Cursos.com.
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